domingo, 3 de junio de 2012

GENERACIÓN DEL 45 (ECSA)


         b.  La Generación del ’45

     La producción de esta generación se dio en la literatura y la crítica a la música, el teatro, filosofía, con artículos en periódicos, revistas y semanarios.
     El año 1939 fue un antecedente por 2 hechos: la fundación del semanario “Marcha” por Carlos Quijano, y la publicación de la Novela “El Pozo” de Juan Carlos Onetti; poco después (1942), se funda el “Taller Torres García”; todo esto fue gestando la formación de una generación.
    Se le dio distintos nombres: “Generación crítica”, “Generación del ‘39”, pero  se impuso “Generación del ‘45”, fecha en que varios escritores con perfiles diferentes empe­zaron a ser identificados como miembros de un grupo. 
    La temática de sus obras tiene ciertas características:
-son preocupaciones de la vida urbana
-son de carácter intimista: no se preocuparon de lo que ocurría públicamente, sino que reflejan sucesos cotidianos y privados, mostrados con desilusión
-la exigencia de rigor documental y argumentativo
-el distanciamiento crítico: la generación rechazaba consignas y mostraba una ola de insatisfacción. Así criticaron la imagen de país feliz que se había construido: “como Uruguay no hay”, pues la década del ‘40 fue llamada “de las vacas gordas” por los beneficios económicos de Uruguay en sus exportaciones a Europa en guerra, entrando enormes cantidades de divisas. Junto al triunfo de Maracaná de 1950 dieron la sensación de vivir un período excepcional.
Ellos mostraron también las miserias.
Para Ángel Rama (uno de sus representantes), el programa de la Generación del ‘45 le aguó la fiesta a un Uruguay conformista.
     Sus principales representantes son Juan Carlos Onetti (un precursor), Mario Benedetti, Carlos Maggi, Carlos Martínez Moreno, Idea Vilariño, J.J. Morosoli, J. Torres García, etc. Pertenecían a distintos partidos políticos.
   La Generación del 45 hizo aportes a la cultura uruguaya: introdujo una cultura del rigor y de la solvencia en el juicio; levantó los niveles de exigencia estética; atacó la ingenui­dad y el diletantismo.

                                               ”Mascarada”, de Juan Carlos Onetti
    María Esperanza entró al parque por el camino de ladrillos que llevaba hasta el lago, entre sombras de árboles. Vio las a la gente que se deslizaba en las lanchas con música, y a los danzarines en la isla artificial.
    Estaba cansada, y los tacones tan altos como nunca los había usado, le hacían doler como una herida en los tendones de los tobillos. Se detuvo, pero no era ahí, y además tenía miedo de aquellas caras sonrientes porque eran caras semejantes a la suya, bajo la violenta, blanca, roja y negra pintura con que la había cubierto, miedo de que las caras la miraran con odio por hacer algo que no debía hacerse. Pocas horas antes, su cara estaba sin pintura y limpia frente al espejo, luminosa, alegre y sin vergüenza.
    Caminó por la orilla del lago con la música de la isla en el aire, se sentó en un banco y sacó los talones de los zapatos cerrando los ojos e inflando la cara al suspirar, y feliz por lo que contenía la noche: una lejana música y un olor de flores. Pero vino el recuerdo de aquella espantosa cosa, en seguida de la presencia de su cara limpia en el espejo. Así, se levantó y caminó hacia el lado del parque que daba a la rambla.
    A medida que se acercaba al Circo, iba enderezando el cuerpo, alargando los pasos, y haciéndolos más lentos, con un andar ensayado antes de salir. 
    Ya estaba entre los ruidos del Circo, mezcla de música, risas y llamados a los mozos. Y se paró a la sombra de un árbol desde donde miraba los tablados. Un trío de zapateadores golpeaba en un escenario, vestidos de marineros. A la derecha un hombre de frac mostraba un mono sobre una mesa, y otro mono que guiñaba los ojos apretando un acordeón entre los brazos, mientras el hombre de frac hablaba muequeando. La gente reía a carcajadas, y María Esperanza reía apoyada en el árbol, sin saber si era del hombre, de lo que él decía, o de los monos.
    A la izquierda, una mujer vestida de hombre, con gorra y un pañuelo rojo al cuello cantaba fumando. Miraba a un lado y otro como si siguiera el viaje de sus palabras en el aire y quisiera saber hasta dónde podrían llegar.

    María Esperanza entró al Circo, se puso a andar entre las mesas y se detuvo indecisa frente a la mesa de un hombre gordo de negro bigote, que bebía un jarro de cerveza, mirando solo el zapateo en el escenario. Al verla, el hombre hizo una cara de bondad, mientras movía un poco el nudo de su corbata, tironeaba de las puntas del chaleco, y apartaba sobre la mesa la jarra de cerveza. Mirándola con una expresión bondadosa, le susurró algo y ella le dijo que no. Y pasó de largo.
    Los aplausos resonaron desde la izquierda, mientras la mujer vestida de hombre se inclinaba, con la gorra en la mano. María Esperanza, sudando,  sintió cómo se ablandaba la pintura de su cara y el dolor de los tacones se le hundía como un filo en los tobillos.
    Y en seguida de los aplausos la gente se puso a mirarla. Entonces, ella se acercó a un hombre flaco, que fumaba sin moverse y se detuvo a punto de tocarlo, mirándole la cara. El hombre continuó fumando y sus ojos pequeños y tristes miraban siempre hacia adelante. Ella giró velozmente y fue recta hasta la mesa del hombre gordo que, al verla llegar, repitió su sonrisa de bondad hasta que ella se sentó a su lado. Ensombreció él su cara para llamar al mozo, volvió a sonreír, y le tomó una mano que la llevó cubierta por la suya hasta encima de la mesa. Le hizo una pregunta y otra pregunta que ella no alcanzó a comprender.

    Pero comprendió sí que podría cumplir con el negro, espantoso recuerdo, con la orden breve de buscar hombres y volver con dinero.

Ejercicios.
1. ¿Cómo puedes describir a María Esperanza? ¿Por qué la describes así?
2. ¿Cómo describe el autor a los demás personajes?
3. ¿Cuál es la profesión que ha decidido seguir María Esperanza?
4. ¿Cuál es el tema central del cuento?


ACTIVIDAD ARTÍSTICA
Cree individualmente un Cuento donde aparezca la crítica de un aspecto de nuestra sociedad actual (costumbres, modos de organización, pobreza, etc..).